Así eras Tarqui, un lugar pintoresco, dinámico, comercial y bullanguero. Es por ello que nunca te cansabas ¡nunca dormías!, siempre se escuchaba en ti el grito del verdulero, el frutero, el pescadero, el vendedor de la lotería, el periódico o cualquier chuchería. No había horario de oficina para tus comerciantes, estibadores, compradores, pillos de barrio o para algún trasnochado en busca de la mejor comida que existe en toda la ciudad: la del pueblo.
Muchos te prometieron una nueva cara, ¡un nuevo mercado, regeneración total! se escuchaba en fogosos discursos que quedaron en el viento; y que tú sin rencor devolviste siendo siempre el motor económico, no solo de la ciudad, sino de cientos de familias de diversos rincones del Ecuador.
¿Quién no se encachinó con tus ropas, quién no llenó el canasto en tus veredas, quién no cerró una noche de farra con tus encebollados a la madrugada?, eres parte de la vida de los mantenses, como el celeste y blanco lo es a nuestra bandera.
Es por eso que nos duele ver tu herida en lo profundo del corazón, ver que en tus calles ya no hay fiesta, solo llanto y dolor. Observo tus fotos de hace pocos días, pero me parecen épocas tan distantes como las décadas no vividas.
¡Levántate Tarqui, porque nos dueles!
